Tola
Después de Abimélec surgió un hombre de Isacar para salvar a Israel. Se llamaba Tola, y era hijo de Fuvá y nieto de Dodó. Vivía en Samir, en la región montañosa de Efraín. Jueces 10:1.
Tola es uno de esos personajes bíblicos de los que no sabemos nada, salvo un par de frases que se registran en la Palabra de Dios.
Lo primero que llama la atención es que Tola surge para “salvar a Israel”, mientras que Abimélec “reinó” sobre el pueblo.
Es un poco parecido a lo que sucede en nuestra vida espiritual. Hay momentos en los que el enemigo no nos tiene que atacar, porque nosotros estamos “suficientemente ocupados” con nuestros conflictos.
Por otro lado, es posible que Tola haya tenido que “salvar a Israel” de sí mismo. Después de todas las locuras y todos los errores cometidos por su antecesor, no sería difícil entender que este juez tuvo que trabajar, durante su liderazgo, para restaurar todo lo que Abimélec había destruido.
A veces Dios nos llama para mantener la paz; en otros casos, para que restauremos lo que otros han roto. Quizá podamos decir que no es culpa nuestra la situación que encontramos, pero sí es responsabilidad nuestra la forma en que dejemos la situación.
Tola juzgó a Israel durante 23 años. Que la Biblia no haga más comentarios sobre ese periodo (no hay registro de eventos, sermones ni reuniones dirigidas por él) y que no mencione ninguna guerra o intento de invasión durante ese tiempo, habla muy bien de Tola. Dios no precisa realizar milagros portentosos para demostrar su poder; a veces, en la calma de una noche estrellada dice clara y fuertemente que él continúa gobernando el universo y dirigiendo tu vida. Él no necesita curarte de cáncer para recordarte que es el Médico de los médicos; a veces, hace que no te resfríes.
La mano de Dios se nota en medio de la más fuerte tormenta, y también cuando el sol te abriga en una soleada mañana de otoño en la que, con su bendición y guía, puedas salir y regresar a casa.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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