Reflexiones para tí.

Ibsán

Tuvo treinta hijos y treinta hijas. A sus hijas las dio en matrimonio a gente que no pertenecía a su clan, y para sus hijos trajo como esposas a treinta muchachas que no eran de su tribu. Ibsán gobernó a Israel por siete años. Jueces 12:9.

Si la lectura del versículo de hoy la hacemos entendiendo que la palabra “clan” se refiere a la clásica idea de “tribu”, podríamos alegrarnos por la visión de liderazgo que este juez nos presenta: siete años de paz en Israel. La estrategia fue simple: sesenta hijos casados con hijos de las otras tribus, seguramente príncipes. Es difícil pensar en guerrear contra tus sobrinos.

El problema surge si entendemos que el concepto “clan” se refiere a “gente de afuera” no solo de su tribu, sino de “afuera” de su pueblo. En ese caso, el fin justificó los medios y la situación espiritual del líder y de sus liderados quedó profundamente comprometida, lejos de lo que Dios había soñado para Israel.

Dios llama a hombres y mujeres que desarrollarán sus ministerios siguiendo diversas estrategias para conseguir sus objetivos; en el mejor de los casos, alcanzar los objetivos de Dios para ese ministerio. A veces, como para la conquista de Jericó, Dios llama y marca la estrategia que se debe seguir. En esas ocasiones, solo nos resta obedecer. En otros momentos, Dios llama, y parece que las directrices no son tan claras (o no las escuchamos tan claramente). Es nuestra responsabilidad buscar entender el plan de Dios. Es nuestra responsabilidad trazar una estrategia para llevar adelante el plan de Dios.

No estamos en condiciones de juzgar la estrategia del juez. Apenas señalar que un líder elegido por Dios no puede quedarse quieto. En el liderazgo, la inacción es pecado. La iglesia es conocida por su triple acción: enseñar, predicar y curar. ¿Por qué razones eres conocido tú, miembro de esa iglesia? A veces, me parece que somos conocidos por verbos bien diferentes de los “oficiales”. ¿Mentir? ¿Faltar? ¿Despreciar? ¿Humillar? ¿Criticar? ¿Chismear? Dios merece más que eso. Su plan para ti es más elevado.

En tu área de liderazgo, en tu familia, entre tus amigos, frente a tus conocidos, tienes la obligación de armar una estrategia para cumplir la voluntad divina.

Pide sabiduría celestial para trazar la mejor estrategia que consigas para hacer realidad los sueños de Dios para ti.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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