EL MÉDICO DE LOS LEPROSOS
Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad” (Lucas 5:12).
Al ver las manos de Sadan enfermas de lepra, uno de sus amigos le dijo: “Sadan, hay un nuevo doctor en Vellore que ha estado haciendo investigaciones sobre cirugías reconstructivas en las manos y los pies de los leprosos; por favor, ve a verlo”.
Sadan se puso en marcha hacia Vellore. Cuando la gente veía sus manos y pies contaminados por la lepra, se burlaban de él, lo insultaban y lo repudiaban; pero Sadan seguía su camino. Estando en Vellore supo que tenía que recorrer cuatro millas más hasta llegar al Hospital del Colegio Médico Misionero. Se fue a la parada de autobuses y cuando intentó subir al que le llevaría hasta el hospital, el encargado se lo impidió, pues no permitía leprosos en su vehículo. ¿Te imaginas los pies de Sadan, ensangrentados y purulentos, haciendo el recorrido? No tenía otra opción más que caminar o perder para siempre la oportunidad de que lo curaran. Así que decidió caminar.
Finalmente, el Dr. Paul Brand, líder mundial en el tratamiento de leprosos, lo atendió y le aseguró que muy pronto su piel recobraría la salud. Colocando su mano sobre los hombros enfermos de Sadan, le dijo: “Duerme bien ahora”. Según Phillip Yancey, “esta era la primera vez en muchos años que Sadan dormiría bien, no solo debido a que en su desesperada condición halló esperanza, sino porque cuando nadie lo había tratado con bondad, por fin aparecieron personas que lo hicieron. Lo trataron como un ser humano” (Ten Fingers for God: The Life and Work of Dr. Paul Brand, p. xviii). En la actualidad, Sadan es un hombre sano y feliz, y sus ojos irradian gratitud cuando habla del hombre que lo sanó.
En sus tareas como médico, el Dr. Brand supo emular el ejemplo de Jesús. De hecho, poner en práctica la compasión del Maestro fue lo que hizo eficaz su labor por los leprosos de la India.
¿Sabías que así como Paul Brand curó a Sadan de la lepra, Jesús quiere curarte a ti de la lepra mortal del pecado? Él solo está esperando que tú acudas a él y, como el leproso de la antigüedad, le digas: “Señor, si quieres, puedes limpiarme” (Lucas 5:12). Te aseguro que de inmediato te dirá: “Sí, quiero”.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2016
“Visita mi Muro, 366 Mensajes que Inspiran”
Por: J. Vladimir Polanco
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